ARQUITECTURA TARDOMODERNA
Este estilo realmente
es la continuación del movimiento racionalista. Utiliza el mismo vocabulario
formal, pero exagera y remarca los valore tecnológicos para proponer un sentido
estético nuevo. En el fondo es un manierismo creativo del movimiento originario.
El debate entre
Posmodernidad y Tardomodernidad caracterizó la historia de la arquitectura
hasta que, a mediados de los años 90, se impone como tendencia dominante el
Tardomoderno, que se acaba convirtiendo en el lenguaje constructivo de los
últimos años.
Los autores que, como
I.M. Pei o Frank O. Ghery, defienden el tardomoderno, creen que en su esencia
el Movimiento Moderno sigue vigente. No existen unas características formales
que permitan hablar de estilo. Dentro de esta corriente hay diferentes maneras
de entender la arquitectura, desde la muy ligada al racionalismo de los años
20, hasta la Deconstrucción. Ahora bien, se pueden señalar tres principios
básicos muy generalizados en esta arquitectura: predominio de edificios con un
cierto sentido escultórico, con gran fuerza en sus líneas externas;
composiciones variadas y disgregación del espacio en pequeñas unidades;
utilización masiva de elementos relacionados con la tecnología y la industria
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, los arquitectos deben
enfrentarse con el problema de la reconstrucción especialmente grave en los
países europeos. Aunque se pasa entonces por un período de cierta indecisión
estilística, el programa arquitectónico de urgencia (hasta 1950
aproximadamente) se va a llevar a cabo con las premisas formales del “estilo
internacional”. Hay, pues, una continuidad entre la cultura arquitectónica
anterior y posterior a 1945. Algunos de los grandes maestros que habían forjado
las vanguardias siguen llevando la iniciativa hasta casi los años sesenta. No
obstante, podemos enumerar las siguientes novedades importantes desde 1945
hasta nuestros días: 1) Irrupción de nuevos países al ámbito de la gran
arquitectura: Brasil, México, Venezuela, la India, etc. Por primera vez en la
historia asistimos a la auténtica universalización del lenguaje constructivo.
2) Aparición y multiplicación de tendencias arquitectónicas de gran complejidad
y carga emotiva (años sesenta y setenta) que, aunque no desvinculadas del todo
de la tradición, se basan en supuestos tecnológicos y sicológicos
característicos de la era espacial y de la automatización. 3) Crisis de la
modernidad con la emergencia de las actitudes posmodernas y de la arquitectura
de la deconstrucción. 4) En el campo de los valores sociales, creciente
disociación entre la arquitectura de consumo, anquilosada en fórmulas fijas de
gran monotonía, dictadas por la especulación, y la arquitectura culta.
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